Pasea con orgullo el apodo de “náutico”, sobrenombre con el que les “obsequiaron”  de chavales a él y a su cuadrilla en su Figarol natal; tras sorprenderles en una de sus correrías nocturnas para colarse en las piscinas municipales y pegarse un baño.

Algunos años antes, tenía ocho, su futuro deportivo se empezaba a fraguar cuando Ricardo (su padre); le regaló una Peugeot con el nombre de Richard Virenque en el cuadro; bicicleta en la que Juan dio sus primeras pedaladas enrolado en las filas del Club Ciclista Tafallés.

Hoy sus mas de 190 centímetros de estatura continúan ligados a las dos ruedas, pero ya alejado de la ruta, girando alrededor de una pista, modalidad que, vuelta a vuelta, le acerca cada vez más al sueño de todo deportista de participar en unos Juegos Olímpicos.

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